El brazalete negro que pudo costar la cárcel y la vida a dos futbolistas

1975. Racing de Santander – Elche. Dos futbolistas, Sergio Manzanera y Aitor Aguirre protestan sobre el terreno de juego con una cinta negra de botas alrededor del brazo

La historia de un país se puede repasar con acontecimientos deportivos. Este capítulo futbolístico redirige a la España de 1975. El franquismo en su debilidad quería hacer una demostración de fuerza. Y se produjeron cinco fusilamientos, los postreros del régimen. Los últimos estragos del dictador Franco hicieron mella en un Racing de Santander – Elche de Primera División. Dos futbolistas, Sergio Manzanera y Aitor Aguirre, del club de Santander, territorio predominado por la derecha nacional, protestaron sobre el terreno de juego con una cinta negra de botas alrededor del brazo. Tuvo lugar, una vez más, la mimetización de política y fútbol.

En 1923, Ramon Torras Huguet escribió en Mundo Deportivo: “El fútbol que había empezado como deporte, acabará seguramente con el tiempo por convertirse en un arma política si no se pone remedio en atajar la enfermedad”. Por su parte Oleguer Presas, ex futbolista del Barça, en 2015, pronunció “los jugadores también forman parte de la política”. Declaraciones que ejemplifican la esgrima intelectual (Schopenhauer, 1996) entre fútbol y política. Un duelo verbal sobre el beneficio de mezclar estos dos fenómenos de masas en el cual tener la razón no es lo más importante. Dar y recibir argumentos sobre el binomio, positivo o negativo, política-fútbol es el quite de la cuestión.

No se puede negar la catarsis política del fútbol, sobretodo, en episodios dictatoriales y fascistas. Como explica Alcaide (2009) los éxitos futbolísticos se erigieron como un mecanismo generador de ideología y acción propagandística. Además, el libro de Campeones (2017) repasa la relación entre clubes y dictadores. Mussolini, los Mundiales de 1934 y 1938 ganados por Italia y su vínculo con Lazio y Bologna; Hitler, la selección alemana con los milagros austríacos y los éxitos del Schalke 04; Franco, la furia de la selección española y el auge del Real Madrid; Salazar y la grandeza del Benfica; Videla y el Mundial de Argentina 78 con el delito de la mano de Dios, o Ceaucescu y el ejército de los mejores futbolistas de la historia del Steaua de Bucarest.

Sin embargo, “estos intentos del poder de utilizar el fútbol poniéndolo a su servicio siempre tienen otra cara que nos muestra cómo el deporte rey también ha servido para poner en cuestión dictaduras y dictadores” (Usall, 2017). En este contexto asoma el brazalete negro de Sergio Manzanera y Aitor Aguirre. El arma de la cual pudieron disponer estos dos futbolistas para protestar los definitivos actos cruentos del régimen franquista.

José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena Alonso (militantes de la FRAP) y Jon Paredes Txiki y Angel Otegi (miembros de ETA) fueron fusilados la mañana del sábado 27 de septiembre de 1975. Cincuenta y cuatro días antes de la muerte de Franco, el punto y final de la negra germinación de una maldad antigua. Estas ejecuciones fueron justificadas por ser enmarcadas en la ley de la lucha contra el terrorismo de ETAy la FRAP. Dos grupos antifranquistas que ejemplificaban el auge de la oposición al régimen. Sin embargo, hubo protestas y manifestaciones internacionales.

El día siguiente, el 28 de septiembre de 1975, se jugaron partidos de Liga. En el Racing de Santander-Elche los fusilamientos cogieron forma de luto y protesta en forma de brazalete negro. No democrático. Solo dos futbolistas racinguiestas decidieron mezclar política y fútbol sobre el terreno de juego. El gesto del jugador vasco Aitor Aguirre se entendió más que el de su compañero valenciano Sergio Manzanera. En Navarra y Euskadi la atroz espiga que brotaba de una vieja semilla sembrada fue regada con mucho más odio y brutalidad. La aparición de ETA y la izquierda abertzale el motivo.

Pocos auspiciaban que una señal de luto serviría a dos jugadores para desafiar una dictadura. Y menos, el 5 de marzo de 1922. Cuando por primera vez unos futbolistas saltaron al césped con unos lazos negros en los brazos (González, 2012). Cincuenta y tres años después el luto por la muerte de los futbolistas Aranguren y Pichichi dejo paso al asesinato legal de cinco militantes de grupos antifranquistas. Del fútbol a un posicionamiento político en tiempos de dictadura.

Aitor Aguirre, delantero, y Sergio Manzanera, extremo, fueron los protagonistas de la tarde en el Sardinero. Brazalete negro y goles. Leyendo las crónicas de la época, en los 45 minutos iniciales, el fútbol fue democrático y la superioridad del conjunto local se tradujo en la primera diana del partido. Aguirre remató al fondo de la red tras centro de Manzanera.

Con 1-0 en el marcador se llegó al ecuador del encuentro. En el vestuario se materializó la bajada al infierno de Aguirre y Manzanera. En la media parte empezó el dramatismo de este relato. Su peregrinación sobre el césped del Sardinero les condujo de nuevo a la realidad que se vivía en España. En los fondos del estadio los dos futbolistas se enfrentaron al delegado gubernativo que, a instancia de la policía, les amenazó con detenerles de no quitarse el brazalete. Accedieron y salieron a disputar la segunda parte sin la cinta negra. Pero lo que pareció una victoria del régimen no lo fue. El propio gobierno contribuyó al ruido mediático que querían hacer Aguirre y Manzanera. Una crisis generada por la propia dictadura, que se sumó a las otras que tenía que hacer frente en 1975.

El anfiteatro racinguista descapitalizó el gesto de dos futbolistas hacia la transición democrática, que estaba a punto de vivir España. Cada vez que tocaban la pelota eran pitados por su propio público. Vemos que la historia es cíclica. Gerard Piqué no ha sido el primero en ser abucheado por su afición debido, aparentemente, a sus ideas políticas. Pero, el fútbol es poético. El Elche consiguió empatar el encuentro y a dos minutos para la finalización Aguirre se convirtió en el héroe tras marcar el tanto de la victoria. Fue el goleador del partido y encabezó la clasificación del Pichichi de la Primera División española con cinco dianas.

Sin embargo, el triunfo no evitó consecuencias posteriores para los futbolistas del Racing de Santander. El ABCdel martes 30 de setiembre decía “la Policía Gubernativa ha convocado a ambos jugadores en la Comisaría”. De nosotros mismos callamos dijo Immanuel Kant en laCrítica de la razón pura. Y, como recoge La Vanguardia del 1 de octubre de 1975, Aguirre y Manzanera enviaron una carta a diarios locales alegando que el brazalete no respondía a circunstancias políticas. El primer aniversario de la muerte de un presidente ilustre del club racinguista, Ramón Santituste García Quintana, era la causa de luto. Limitaron su razón, perdieron libertad, pero el revuelo ya estaba hecho.

No evitaron el sablazo del régimen. “Por actos que pudieran ser punibles por la vigente ley de Antiterrorismo” tuvieron que encarar una multa de 100.000 pesetas cada uno. Una gran cantidad de dinero para la época. Además, “continuó un procedimiento judicial ordinario contra ambos jugadores” (La Vanguardia, 8 de octubre de 1975). No obstante, el mayor riesgo de haberse posicionado en el otro mundo llegó en forma de amenazas de muerte. El diario Alerta, periódico de Santander,recogía “el Consejo de Guerra reunido en Toledo ha decidido condenar a muerte a Aitor Aguirre y Sergio Manzanera” (Peinado, 2013).

El ambiente fue tenso. Los dos futbolistas del Racing de Santander arrostraron su aventura de dar apoyo a la ebullición social española e internacional que reclamaba la democracia en España. Aguirre fue abucheado de nuevo por su propia afición en un entrenamiento a puerta abierta. Una disputa entre un jugador del filial y el delantero vasco fue el pretexto de los nuevos pitos. Pero el trasfondo político estaba presente.

La muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, y el progresivo inicio de la transición hacia la democracia fue la ayuda para que Aguirre y Manzanera consiguieran salir de su metafórica bajada a los infiernos. La tensión que provocó el brazalete en el mundo del fútbol y la política se desvaneció. Los dos futbolistas terminaron su viaje con el que contribuyeron a sembrar la semilla del cambio, de la nueva realidad política de España.

Por un lado, habrá argumentos alineados con que los futbolistas trasladen la política al terreno de juego. Por otro lado, también surgirán opiniones que defenderán a los jugadores como simples protagonistas de un partido y no como actores políticos. Pero en esta historia el fútbol marcó un gol a la dictadura franquista. Gracias al deporte rey en España, un brazalete negro dio voz a Aguirre y Manzanera. Dos futbolistas que no quisieron que el fútbol solo fuese una herramienta a favor del régimen.

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